FOTOS RUTA ARBRES SINGULARS

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Ahir diumenge es va celebrar la primera ruta per a reivindicar el patrimoni arbori pel camp d’Elx. L’activitat va contar amb una molt bona assistència malgrat les inclemències del temps.

Va resultar una molt bona experiència on es va poder gaudir de bona companyia i de l’estupenda explicació dels organitzadors, que ens anaven il·lustrant durant la ruta sobre els exemplars que anàvem visitant, així com sobre altres dades sobre patrimoni i història del Camp d’Elx.

Esperem que darrere d’aquesta vingen altres rutes similars.

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Inicio de la ruta en el árbol mejicano donado a la U.M.H., que tiene un llamativo engrosamiento en la base del tronco para almacenar agua que aprovecha en períodos de sequía. En la U.M.H. existe un proyecto de jardín botánico formando un itinerario con paneles educativos, incluyendo este árbol de unos 360 años. Se le debe retirar inmediatamente el goteo encima de sus raíces para regar unas plantas aromáticas de romero que no se deberían haber colocado allí, porque está sufriendo el exceso de humedad. Esperamos también que el jardín botánico incluya una planta silvestre endémica exclusivamente de nuestra zona en todo el mundo, como es el Cantueso alicantino (THYMUS MORODERI). Sería una lástima que los estudiantes de Ciencias Ambientales y profesores de botánica realicen investigaciones sobre plantas que debemos conservar porque están desapareciendo debido a los arranques incontrolados para elaborar infusiones y otros productos, y que luego todo se quede en los libros, pero nadie plante en los jardines botánicos, parques y jardines municipales, actuales obras de reforestación de la ladera del río Vinalopó, etc.

 

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Ejemplar centenario de un árbol procedente de regiones intertropicales desde el norte de Argentina, pariente del árbol botella emblemático por excelencia como es el sagrado Baobab de Madagascar, y que ha alcanzado un porte monumental a la entrada del Huerto de la Molinera junto a los viveros municipales. Esta especie también almacena agua en su tronco, que además en ejemplares jóvenes tiene una corteza muy verde que luego se va oscureciendo. Resulta peculiar su sistema de protección con gruesas espinas distribuidas por el tronco, así como su floración de color rosáceo muy vistoso hacia finales del verano, y posteriores cápsulas en cuyo interior se encuentran las semillas envueltas en fibra algodonosa. Esta fibra tiene aplicaciones industriales y por ello se le llama también Árbol del Algodón, al igual que el tronco sirve para realizar canoas por su forma y características de la madera.

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Chopos Ilicitanos que se plantaron en el Parque Municipal, igual que se hizo en otros parques y jardines municipales como la Glorieta, Huerto de la Molinera, Huerto del Rey Jaime I, Huerto de San Plácido, Instituto Cayetano Sempere, y varias fincas privadas entre las que sobresale la ubicada en la pedanía de Daimés junto al camino de la Regalicia, y otras dos ubicadas en el margen izquierdo del río Vinalopó (Altabix y Algorós). Esta especie no es autóctona, ya que procede del valle del río Eúfrates y su nombre científico es “Populus Euphratica”, y el error de esta tradicional denominación local que incluso aparece en el rótulo oficial de una calle de Elche, se debe a que un botánico francés descubrió a principios del siglo XX una alineación única en Europa de unos 300 ejemplares hembras en nuestro célebre paraje del “Agua Dulce y Salada”, en la ribera de la Acequia Mayor del Pantano. Se han realizado muchos estudios científicos, y no se ha podido determinar con exactitud la procedencia de los ejemplares, pero su área de distribución comienza en Asia occidental y se extiende incluso por el norte de La India, así como países más cercanos como el norte de Argelia o Marruecos desde donde probablemente pudieron ser trasplantados por algún aficionado a la botánica. Se trata de una especie protegida pero lamentablemente abandonada en el paraje original donde apareció en Elche, y actualmente apenas quedan 100 ejemplares. Sin embargo, es un árbol muy didáctico como herramienta de educación ambiental, porque en los ejemplares adultos aparecen 5 tipos de forma de hojas; y además es un ejemplo de adaptación a las aguas salobres de la ribera del río Vinalopó, y también se adapta perfectamente a fincas agrícolas con riego sólo ocasional. Debemos conservarlo, como joya del patrimonio botánico local, que incluso varios ilicitanos han convertido en bonsáis mediante técnicas de reproducción asexuales (acodos aéreos, hijuelos, etc.). De hecho, el paraje donde se descubrió originalmente en Elche podría ponerse en valor turístico de forma sostenible, con un Sendero Local señalizado o la creación de un Paraje Natural Municipal, aprovechando otros elementos de interés como patrimonio hidráulico en un entorno típicamente de oasis que ha sido reconocido por la UNESCO para la declaración del Palmeral como Patrimonio de la Humanidad. Esto no supondría un gran esfuerzo, porque el Ayuntamiento de Elche ya es propietario del 50% como comunero principal de la Acequia Mayor, y existe una servidumbre histórica con derecho de paso por aquel paraje, de manera que con alguna intervención esporádica de las Brigadas Municipales se podría realizar un poco de mantenimiento, así como la colaboración de asociaciones locales conservacionistas o de la Unión Excursionista.

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Ejemplar de palmera datilera que supera los 25 metros de altura, probablemente el más alto de Elche tras la caída de otros ejemplares a causa del viento, según consultas realizadas a varios expertos como técnicos municipales y palmereros profesionales que la han bautizado popularmente como “La Golondrina”. También he localizado un ejemplar muy alto en el histórico Huerto de la Seca, junto al Parque Natural de El Hondo, y estas plantas (no son árboles y su interior es fibroso) están protegidas por la Ley Valenciana de Patrimonio Arbóreo a partir de los 12 metros de altura del estípite. En Elche hay miles de ejemplares que sobrepasan dicha altura, pero en el Catálogo actualizado y publicado por la Consellería en noviembre de 2012, sólo aparece la célebre Palmera Imperial. Además, en el Catálogo Municipal complementario deberían aparecer otros ejemplares singulares de interés local por su forma curvada, ramificaciones aéreas, etc.; y así enriquecer nuestro Patrimonio de la Humanidad, obstaculizando un gran negocio para algunos viveristas que han comerciado con su trasplante. Precisamente la grave placa del picudo rojo llegó a Elche porque tras la Ley valenciana de protección del palmeral aprobada en 1986, algunos viveristas buscaron alternativas con ejemplares procedentes de países como Egipto o Israel, cuya importación supuestamente debía someterse a períodos de cuarentena aduanera para control sanitario de plagas vegetales. Pero la avaricia de algunos empresarios no tiene límites, y el picudo rojo se encuentra sin enemigos naturales que lo mantengan controlado como sucede en sus países de origen. Ahora ya no hay negocio, y no sólo está en grave peligro el beneficio de un importante sector económico, sino también la herencia de la cultura árabe de oasis que hacía famoso Elche en todo el mundo gracias al cuidado de nuestros antepasados por los valores naturales del paisaje ilicitano grabados en nuestra memoria como pueblo.

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En la ruta también hemos visto este ejemplo de conjunto arbóreo de interés local, que son los Eucaliptos que plantó el Ayuntamiento de Elche en el año 1914, en la ladera del margen derecho del cauce urbano del río Vinalopó. Se trata de una especie denominada popularmente Calistro en nuestra lengua vernácula, y con varios ejemplares centenarios de porte monumental en las pedanías del campo de Elche, sobresaliendo el que está ubicado en la partida rural de Alzabares junto a un canal de Riegos de Levante. Precisamente el árbol más alto de España pertenece a esta especie en Galicia, y también el árbol más alto del mundo que se encuentra en Australia. No se trata de una especie autóctona, y presenta el inconveniente de que absorbe tantos recursos del suelo, que a su alrededor no deja crecer casi nada como ha sucedido en su abusiva plantación para repoblaciones gallegas; pero tiene otras ventajas como el rápido crecimiento y aporte de sombra, así como su plantación para restaurar suelos contaminados. En Elche se plantaron para adecentar el entorno de la histórica acequia de Marchena, en su tramo junto al emblemático puente de Canalejas recién inaugurado el año anterior. Se han localizado documentos del 2 de Febrero de 1914 en el Archivo Histórico Municipal de Elche, donde se hace referencia a su plantación mediante la organización de una jornada festiva que se denominó “La fiesta del árbol”, y que incluyó una banda de música. Actualmente quedan pocos ejemplares que no sean hijuelos, porque muchos de los centenarios cayeron por causa de la pendiente de la ladera, o han sido arrancados y agresivamente podados por el Ayuntamiento.

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Este árbol es una Araucaria y tiene unos 33 metros de altura, de manera que al superar los 30 metros está protegido por la Consellería de Medio Ambiente. Se encuentra cerca del yacimiento arqueológico de La Alcudia, al otro lado de la carretera de Dolores, en una extensa finca agrícola y frente a una casa de estilo neoclásico protegida en el Catálogo Municipal de Bienes Arquitectónicos. La plantación de araucarias fue una moda desde finales del siglo XIX, especialmente junto a los palacetes señoriales y torres vigías medievales heredadas por la nueva nobleza, así como en las casas solariegas de estilo modernista. Tenemos muchos ejemplos en el campo de Elche que lo demuestran por su porte monumental que sobresale en el horizonte del paisaje ilicitano, especialmente coincidiendo con la fecha de nacimiento de un hijo porque la disposición natural de sus ramas por pisos anuales permitía conocer sus respectivas edades aproximadas. Por lo tanto, no se trata de ninguna variedad de pino, siendo los más relevantes de esta especie el centenario ejemplar de pino carrasco que hay en la partida de Algoda con un perímetro de tronco superior a los 4 metros; así como una joya botánica del litoral valenciano representada por la gran arboleda de pinos piñoneros que sujetan las dunas de la pedanía de La Marina, curvados por la constante presencia de la brisa marina, y desgraciadamente muy poco cuidados por las autoridades públicas competentes. Por otro lado, la masiva reproducción de la plaga de procesionaria se ha visto favorecida en nuestros montes por las repoblaciones realizadas solamente con pinos, sin intercalar otras especies que además hubieran enriquecido la biodiversidad de nuestro patrimonio forestal.

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En este bonito paraje del campo de Elche con restos visibles del patrimonio hidráulico heredado de la época de dominación árabe, nos encontramos con un bosquete de arbustos de la especie Taray (“tamarit” en lengua valenciana) adaptados a las aguas salobres del río Vinalopó, y gracias al trabajo de la brigada de Medio Ambiente se demuestra en este bello rincón que un cauce limpio tendría atractivo como recurso turístico de senderismo, educación ambiental, etc. El término municipal ilicitano tiene algún Taray centenario con porte monumental arbóreo, destacando un ejemplar en la pedanía rural de Alzabares que casi alcanza 4 metros de perímetro de tronco y logró el 1º premio de la Consellería en su concurso sobre árboles autóctonos del año 1987. Sin embargo, la Consellería no lo ha incluido en su reciente Catálogo actualizado en noviembre de 2012, y en el Ayuntamiento de Elche también es un desconocido para sus responsables medioambientales que ni siquiera lo podan a pesar de que le han caído rayos debido a que linda con un transformador eléctrico.

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Las encinas son el árbol emblemático de España por su antigüedad en toda la península ibérica, aunque no tanto como los pinos que son la especie más longeva del mundo con unos ejemplares situados en el estado norteamericano de Nevada, y aquí en España los árboles más antiguos son los pinos ubicados en zonas altas de la sierra de Cazorla. También son destacables las gigantes Secuoyas de Estados Unidos, y los monumentales castaños del norte de España. En nuestro país todavía se conservan muchas encinas en Extremadura, y según algunos documentos de época romana, las ardillas podían cruzar nuestro país entero sin bajarse del corredor verde formado por las encinas. Sin embargo, hay muchos factores que han causado la desaparición de la mayoría, destacando su tala masiva por el excelente poder calorífico de su madera para uso de leña, el incremento de enfermedades causadas por plagas vegetales que se han multiplicado con el aumento de temperatura debido al cambio climático probado por la mayoritaria comunidad científica internacional, o en fincas agrícolas el cambio en sus costumbres de riego y la profunda roturación del terreno sin respetar un perímetro de protección de casi el triple diámetro mayor de su copa. La subespecie más habitual en Elche de este árbol forestal se conoce en nuestra lengua vernácula como Carrasca, y se denomina popularmente “bellotera”, porque precisamente sus bellotas recolectadas en el mes de Diciembre han tenido tradicionalmente varios usos de consumo animal, y también para alimento humano en tiempos de escasez. En el término municipal de Elche con sus 33 pedanías, todavía existen diseminados unos diez ejemplares centenarios, y entre ellos sobresalen además de esta encina ubicada en la pedanía rural de El Derramador, otros ejemplares aún más vigorosos y bautizados por la tradición oral como son los siguientes: Bellotera de la Tía Andrea (partida de El Derramador), Carrasca de la pedanía de Perleta (en la finca documentada cartográficamente como “Roal de la Bellotera”), Bellotera de la Masía del Tío Pepe Coves (partida de Asprillas), Belloteras junto a la Torre vigía medieval y palacete de la nobleza señorial de las pedanías Jubalcoy-Saladas, Bellotera de la Vereda de Sendres, etc. El ejemplar fotografiado en esta ruta ciclista de divulgación, daba sombra a la fachada orientada al Sur de una casa de labranza de tipología arquitectónica tradicional en el campo ilicitano que incluye además una planta superior o “cambra” para almacén, almazara de aceite y útiles para producción de vino. Esta finca está habitualmente cultivada de patatas, y precisamente para proteger de la meteorología las cajas con patatas ya recolectadas que deposita bajo la encina, su propietario no la ha podado dejando que las ramas lleguen hasta el suelo como protección frente al viento, la lluvia y el sol. Merece la pena fotografiar las inflorescencias masculinas de estos árboles en primavera, por la belleza de estos amentos amarillentos, que cuelgan como adornos de pocas semanas.

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En Elche también tenemos magníficos ejemplares de árboles agrícolas centenarios y con porte monumental, como es el caso de granados que son un cultivo emblemático del campo de Elche adaptado a terrenos y aguas salobres, olivos centenarios situados en varias pedanías como La Marina e incluso otros casi milenarios adquiridos para jardinería ornamental, y especialmente destacan en nuestro patrimonio arbóreo varios algarrobos. Es el caso de este impresionante ejemplar con 14 metros de perímetro de tronco, ubicado en el margen izquierdo del tramo final del río Vinalopó a su cruce bajo un puente de la carretera de Dolores, a pocos kilómetros de su desembocadura. La familia de su actual propietario lo cuida desde hace varias generaciones, al igual que sucede con otro singular ejemplar existente en la pedanía de Saladas y propiedad del ilicitano José Luis Miralles, que tiene un perímetro de tronco sólo algo inferior con casi 12 metros. En el caso de este ejemplar ubicado en una finca aterrazada de la sierra norte de Elche, en medio de unos bancales de secano, además se produjo un curioso hecho histórico relacionado con la etnobotánica tradicional, y es que habitualmente las grandes oquedades que se forman en el interior de los troncos de los ejemplares centenarios de esta especie, han servido como espacio lúdico para los niños donde esconderse o formar una especie de cabaña. Pues bien, concretamente en el caso de este árbol sirvió para ocultarse un adulto durante la Guerra Civil española, y también a menudo para cazar pájaros.

 Comentarios: Raul Agulló

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